Un día cualquiera, en un lugar distante y poco casual. Sin existir más motivos, que el de transcurrir un día común y corriente, te encuentras con una sonrisa única y natural. Esa misma que inspira el goce del mundo, la tranquilidad del alma y que redescubre el sentimiento latente de una conexión profunda.
Tener la emoción de escucharla y de verla, sin duda se convierte en una consigna permanente. Poder contemplarla de día y noche, sin que la magia que inunda el ambiente se agote. Su recuerdo constante, es de verdad lo más sublime y alucinante, como el mar y primavera.
Ese sentir de la vida que te hace reflexionar y pensar sobre el corto tiempo y que finalmente ella sigue residiendo en aquellos momentos. Y que después de tanto aun rememoro su voz y la pasión de cada instante en el cual coincidimos para siempre.